Hace casi un año la marcha por el orgullo lgbti de Caracas terminó en una golpiza. Dos grupos decidieron llevar a las manos sus diferencias sobre la ruta final de la movilización. Lo absurdo es que la pelea se dio entre chavistas. Triste espectáculo.
En
ese momento escribí De divorcios yreconciliaciones. Ahí me preguntaba qué íbamos a esperar para
superar este nuevo altercado.
¿Qué
ha pasado?
Bueno,
en octubre quemaron vivo a un joven gay en Aragua. Sobrevivió. Luego
nos enteramos que tirotearon a una pareja de lesbianas. Una murió,
creo que la otra sobrevivió. Han asesinado a varias compañeras
transgéneros en el país. El último caso fue en Valencia. También
asesinaron a un hombre gay en Carayaca.
En
la primera página Mi Diario del Zulia
propuso darle planazos a una pareja gay que se besaba en un
estacionamiento. Por su parte, El Propio de Caracas titulaba en su
portada “Tan machito que se veía” para referirse a un jugador de
basquetbol profesional de EEUU que salió del closet.
¿Otra
vez?
Al
parecer no ha sido suficiente. ¿Cuántas
transexuales deben ser asesinadas para cerrar filas de nuevo? Ni
idea. La pelea sigue.
Los
preparativos de la marcha de este año
comenzaron con el anuncio de dos rutas. ¿Otra vez la misma historia
del año pasado? ¿Dos marchas el mismo día? ¿En la misma ciudad?
Decisión salomónica. Las organizaciones se reunieron y escogieron
por mayoría la ruta de la marcha. Acá el video de la reunión.
¿En
qué quedamos?
Pregunto.
Deciden participar, establecen unas reglas, la gente vota y mi
propuesta pierde. ¿Entonces yo ataco al otro? ¿decido patear la
mesa? Disculpen pero eso me suena a Capriles Radonsky. Acepto los
resultados si gano, pero ¿si pierdo, me arrecho y descalifico a los
organizadores?
A
los compañeros y compañeras que están en esa nota, les digo que
están cometiendo un nuevo error. Las rutas no se imponen. Al menos,
no ahora.
En
la época de Heisler Vaamonde, sí se imponía todo: marcha, slogan,
tarima, presentaciones, música, todo.
Nadie más que Heisler tenía la última palabra. Él decidía
incluso qué organizaciones estaban vetadas. Cada año vetó a una
diferente. Heisler pudo imponerse porque era el que conseguía los
cobres con el Alcalde Juan Barreto.
A
las y los activistas sexodiversas/os de Caracas les ha costado casi
una década lograr un espacio más horizontal y democrático en el
comité organizador de la marcha. Gabriel Silva es uno de los
responsables de esto. Creo que difícilmente ahora, después de haber
sacado a Heisler, las organizaciones van a aceptar a un nuevo
cacique.
A
los panas que propusieron la ruta de las instituciones, una humilde
recomendación. Deben aprender a vender mejor la idea. Deben aprender
a convencer a los demás, ganarse el apoyo. Así hizo Chávez cuando
salió de la cárcel. Recorrió todo el país y fue convenciendo a la
gente. Al final la mayoría lo apoyó y
llegó a la presidencia. Si lo hizo Chávez ¿por qué no lo van a
hacer ustedes?
En
un momento de cordura, los promotores de la ruta de las instituciones
mantienen su marcha pero cambian de dirección. Saldrán de Plaza
Caracas y llegarán a Zona Rental. Allí coincidirán con los que
saldrán de Parque Miranda. Con un acuerdo entre grupos, esto pudiera
realizarse sin saboteos ni zancadillas, pero por lo poco que he visto
en las redes, ese no es el espíritu que reina entre los dos bloques.
Sectarismo
Todo
esto vuelve a ocurrir entre grupos de izquierda. Si fuese entre
chavistas y opositores, pudiera entenderlo
por la polarización, pero ¿entre la misma gente?
Ahora
resulta que hay un chavistómetro. Alguien se autoproclamó con el
don para medir la calidad revolucionaria de cada uno. Ahora hay
“marchas más politizadas y menos politizadas” (Léase “mi ruta
y la de los demás”). ¿Condorito, dónde estás?
Yo
no soy psicólogo, pero creo que en el fondo una persona sectaria lo
que revela es un profundo temor. Temor al otro,
al que piensa diferente, al que cree en otro dios, al que milita en
otro grupo, o apoya a otro equipo deportivo. Temor a que el otro me
cambie, a que el otro me convenza.
Eso
puede pasar. Somos seres humanos. Si fuésemos inmunes al cambio,
seríamos fósiles, piedras. No hay nada seguro en la vida, nada,
pero si uno está medianamente seguro de lo que cree, no debería
tener miedo al encuentro con el otro, con el que piensa diferente.
Mi
amiga Tamara
Pongo
un ejemplo. Yo soy de izquierda, chavista y
bolivariano. Yo me puedo sentar en la misma mesa que mi amiga TamaraAdrian, a pesar de que ella es opositora. Yo puedo hablar con Tamara.
Hay puntos donde coincidimos, hay otros donde no. Yo puedo trabajar
con ella, de hecho lo hemos hecho, y han sido jornadas productivas.
Siento un gran respeto y admiración por Tamara, pero eso no me hará
cambiar lo que pienso de Chávez o de la Revolución.
Aquellas
y aquellos que no son capaces de sentarse en la misma mesa con
Tamara, deberían preguntarse ¿a qué le temen? ¿Acaso no están
seguras o seguros de sus creencias político-partidistas?
¿Tú
eres chavista porque te gustaba la verruga de Chávez o porque
compartes los valores que él impulsó? Si es por la verruga, ahí sí
te digo que no te sientes con nadie de la oposición, porque seguro
te convence.
La
CIA y los péndulos
Sectarios
hay en todas partes. Mi experiencia con los sectarios es que terminan
siendo unos potes de humo. A veces resultan ser péndulos. Pasan de
la extrema izquierda a la extrema derecha con mucha facilidad y
viceversa. Ahí está Alfredo Peña, Kiko Bautista, Ismael García,
William Ojeda. Lo que no cambian los sectarios es la intensidad con que rechazan al
contrincante.
Dicen
que la CIA financia a Tamara Adrián. ¡Pendejos que son! Tamara
nació en una familia acomodada. Vive en una zona de clase alta.
Aunque nunca hemos hablado de esto, yo creo que ella da clases por
pura pasión, no porque necesite el sueldo de profesora.
Cuando
la CIA desclasificó los documentos del golpe de estado contra
Salvador Allende en Chile, se descubrió que había infiltrado no
sólo a la derecha sino a la extrema izquierda. Quizás más de uno
que rechaza a Tamara, ya se reunió sin saberlo con un verdadero
infiltrado de la CIA en las filas de la izquierda, como hicieron en
Chile.
Pura
paja
Y
mientras entre las organizaciones y activistas hablamos toda esta
paja, seguimos sin tratar lo verdaderamente
importante. Garantizar el derecho a la vida de las compañeras trans.
Una legislación contra la discriminación que proteja a la gente que
ahorita, en este momento, está sufriendo acoso por su orientación
sexual o identidad de género. Acoso en su trabajo, en su escuela,
acoso en el hospital, en las plazas públicas, en los centros
comerciales, en las playas. Una ley que reconozca el derecho a la
identidad de las compañeras transgéneros. Una reforma al pensum
educativo que visibilice la sexodiversidad como opción válida y le
brinde orientación a millones de jóvenes y adolescentes venezolanos
que tienen dudas y no saben a quién acudir. Luchar contra los
centros médicos en el país que ofrecen curar la homosexualidad.
Reducir el número de suicidios entre jóvenes sexodiversos. Una
reforma que permita el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Tener una política de tolerancia cero contra las expresiones
homófobas en los medios de comunicación. Bajar los índices de
infección de VIH entre los hombres y jóvenes gays y bisexuales. Dar
atención a los adultos mayores sexodiversos que son separados de sus
parejas cuando los mandan a ancianatos. Aceptar en las filas de la
Fuerza Armada Nacional Bolivariana a personas abiertamente gays,
lesbianas, bisexuales y trans. Permitir a las personas privadas de
libertad la visita conyugal de sus parejas del mismo sexo. Hay tantas
cosas que falta hacer, tantas… y mientras tanto estamos perdiendo
el tiempo en estas pendejadas.
Creo que por esto que estas escribiendo es que nos siguen viendo como escorias de la suciedad perdon sociedad excelente reflexion en que resaltas muy bien que al final el EGO es el que sigue jodiendonos...
ResponderBorrarMariela, me alegra que te haya gustado mi comentario. un abrazo
ResponderBorrar