Les
confieso que me reí cuando supe la noticia. No porque haya sido
gracioso el titular sino porque me pareció muy “boleta” el
estilo de este diario sensacionalista caraqueño.
“El
Propio” es un diario que se edita en Caracas. No tengo las cifras,
pero estoy seguro que es uno de los más vendidos en la zona
metropolitana. Tiene un estilo directo, populachero. “El Propio”
escribe como habla la gente de la calle, sobre todo de Caracas.
El
hecho es que salió del closet el primer jugador de la liga
profesional de basquetbol de EEUU. Se llama Jason Collins. Al día
siguiente “El Propio” dedicó su portada a esta noticia. Su
titular fue “Tan machito que se veía”.
Quizás
fue la reacción de muchas personas heterosexuales cuando se
enteraron de que este deportista era homosexual. Hay varios
estereotipos sobre las personas gays y lesbianas, pero un deportista
profesional no encaja en uno de ellos. Seguramente ocurra lo mismo si
una reina de belleza se declara lesbiana.
El
titular provocó un tsunami de reacciones por tuiter. El asunto saltó
el charco y se convirtió en noticia en
varios diarios latinoamericanos y europeos, pero el escenario del
activismo lgbti venezolano parecía un concierto de grillos. Absoluto
silencio.
¿Qué
pasó?
Varias
semanas después confieso que sigo
sin leer un comunicado oficial de alguna organización lgbti
venezolana rechazando el titular de El Propio. No estoy diciendo que
no lo hayan hecho. Sólo que a través de las redes sociales no me ha
llegado ninguna. Ni feisbu, tuiter, blogs o listas de correos.
Por
feisbu algunas/os amigas/os activistas replicaron la noticia y se
sumaron a la condena, pero de las organizaciones no he leído nada.
Si saben de alguna, me la mandan y acá la publico.
Qué
fácil hubiera sido que las organizaciones venezolanas fijaran
posición. Tres párrafos y listo. No tenían que hacerlo de manera
unánime. Cada una hubiera podido haber hecho su propio comunicado.
Este
silencio se ha repetido en el pasado en muchas oportunidades. En
Venezuela pareciera que sólo las ong lgbti reaccionan si la condena
a la expresión homofóbica permite atacar al adversario político
partidista.
¿Vale
la pena?
En
el caso de Jason Collins me
pregunto ¿Era necesario reaccionar por escrito? ¿Enviar un
comunicado a este diario? ¿Vale la pena? ¿Los medios dentro y fuera
del país hubieran reseñado la condena? No tengo la respuesta.
Cuando ocurrió algo similar con “Mi Diario” del Zulia, sí leí
reacciones por escrito de organizaciones lgbti venezolanas.
Por
allá por los años 80,
Entendido, la primera organización lgbti venezolana no dejaba pasar
un comentario homofóbico difundido en algún medio de comunicación
de la época. Sólo hace falta ver la revista que hicieron. Siempre
había reseñas de las cartas y comunicados que entregaron condenando
las expresiones de intolerancia.
Estoy
seguro que vendrán mejores tiempos para el activismo sexodiverso
venezolano y superaremos este concierto de grillos.
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