Me encantó este cuento “Sofía y el enano” de Hugo Burel, escritor uruguayo. Les transcribo un pedacito de inicio:
Sofía se acariciaba lánguidamente la barba, mirando por la ventana los movimientos de los changadores del andén. A su lado el enano liaba un cigarrillo y balanceaba rítmicamente sus piernitas que no se apoyaban en el piso. Poco a poco el vagón había colmado su capacidad y el bullicio de las conversaciones era como un enjambre de insectos invisibles. Sin aguzar demasiado sus oídos el enano podía advertir en los comentarios alusiones a él y a Sofía. También descubría miradas indiscretas y uno que otro gesto señalador. Pero nada de eso le importaba. Ni siquiera el titular del periódico del pueblo que con impudicia denunciaba: EL ENANO SE FUGÓ CON LA MUJER BARBUDA; ESCÁNDALO EN EL CIRCO.
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