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martes, 26 de enero de 2016
En defensa del aborto en Venezuela de Giovanna Mérola (III parte)
Sigo en esta empresa. Tercera parte del libro "En defensa del aborto en Venezuela" de Giovanna Mérola. A continuación la introducción del libro.
Si quieres saber porqué transcribí este texto, lee estas dos notas
Las pobres no tienen acceso al aborto seguro
Por qué transcribí el libro En defensa del aborto en Venezuela
Introducción
El aborto según nuestro Código Penal es considerado un delito, pero es bien conocido que en una sociedad patriarcal, las normas jurídicas son la manifestación y expresión más genuina de un sistema político-económico-social imperante. El castigo del aborto es una forma de opresión a la mujer que se sustenta en el patriarcado, entendiendo éste como el sistema familiar que conduce al predominio del hombre sobre la mujer. Las mujeres al no disponer libremente de su cuerpo, ni del producto de su participación económica y social (a través de los hijos) en la sociedad, son privadas de todo poder. El elemento primordial que permanece inmutable es este sistema patriarcal en el curso de los tiempos y en casi todas las latitudes, es el de que un hombre puede apropiarse de una mujer, y con esta apropiación se reserva servicios sexuales y reproductivos exclusivos, los cuales le garantizan una descendencia, por tanto, una seguridad de que el patrimonio sea heredado por los hijos propios. De igual forma el Estado al reproducir la estructura familiar y ejercer un control sobre la familia, se reserva los servicios reproductivos de ésta, discriminando a la mujer en todos los niveles: económico, político e ideológico. Es por esto que el aborto, que significa un rechazo o no aceptación de la maternidad, de la reproducción, debido a diferentes causas, amenaza aspectos fundamentales del sistema patriarcal, base misma de la sociedad de clases que conocemos, de allí la oposición más tenaz a esta reivindicación.
Ahora bien, la justificación de las leyes que castigan el aborto por considerarlo un delito no es solamente de orden moral, sino también de orden económico y esto porque la ley que castiga el aborto lo que persigue por un lado es la protección y la perpetuación de la propiedad, en este caso los hijos (los herederos) y por otra busca mantener la reproducción de la fuerza de trabajo. La Ley protege a los embriones, que son los futuros herederos y la futura mano de obra para el desarrollo del país.
Cuando se le niega a la mujer el recurso del aborto, es decir, la toma de decisión sobre la interrupción o no de su embarazo, se le está condenando a ser una simple máquina reproductora de la fuerza de trabajo, sin la cual el proceso de producción se vería gravemente afectado.
Al negársele a la mujer esta libertad, no se la considera un ser responsable y capaz de decidir sobre su propio cuerpo, sobre su propio destino, no se la considera un sujeto, se la sigue manteniendo en su rol de ser incapaz, en su situación de inferioridad con respecto al hombre, que en definitiva es quien decide cuándo deben parir o no las mujeres (según los intereses sean del Estado, sean privados).
El Derecho siempre ha sido una expresión ideológica que históricamente ha representado los intereses de la clase dominante, y en tal sentido se ha convertido en un instrumento necesario para lograr mantener el sometimiento de las clases desposeídas, igualmente cada vez es mayor el abismo entre la realidad cotidiana y el Derecho, cuya naturaleza individualista y caduca de-be dar paso a una concepción social de esta Ciencia .
Con relación a la mujer, de todos es conocida la Ley en lo que respecta al matrimonio, la familia, negocios, aborto, etc. La opresión de ésta históricamente ha estado relacionada con las legislaciones que se han ido aprobando en todas partes; más aún, incluso la biología natural de la mujer ha sido legislada y este es el caso del aborto, que le niega a la mujer la libertad de decisión sobre su propio cuerpo.
Indudablemente la legislación es la concreción de las ideas religiosas y sociales dominantes de esta sociedad. Por supuesto, que la mujer poco o nada ha tenido que ver con las legislaciones que la controlan y someten; éstas han sido producto de las sociedades patriarcales y machistas, elaboradas exclusivamente por hombres. Sólo recientemente, en algunos países se han realizado reformas de las legislaciones vigentes, a raíz de las presiones de grupos de mujeres que iniciaron la batalla por la conquista de este derecho: el aborto.
Consideramos al aborto como un derecho ya que éste en ningún momento significa un delito, sino un grave problema de salud que debe ser solucionado. El aborto es un problema moral individual y así debe ser reconocido por el Estado: “un problema de moralidad personal no puede ser convertido en un delito” y seguir considerándosele como tal. Con esta concepción descartamos el hecho de que el aborto se llegue a convertir en un método de control de natalidad. Las modernas legislaciones sobre el aborto persiguen objetivos concretos, el principal de ellos defender la salud física y mental de la mujer que se enfrenta a un embarazo no deseado. De esta manera, el aborto se convertirá en un complemento de la contracepción: aunque evidentemente, lo ideal sería que los programas de planificación familiar tendieran a lograr la prevención del aborto y no su tratamiento. Médicamente el aborto sigue considerándosele como un hecho no recomendado.
Mientras las leyes sobre aborto en Venezuela sigan siendo arcaicas e inoperantes, se seguirá favoreciendo el crimen, lo ilícito, el engaño, se seguirá favoreciendo el aborto clandestino. Las 400.000 mujeres que abortan anualmente en Venezuela representan un rechazo colectivo a la actual ley vigente. Igualmente se seguirá promoviendo la desigualdad ante la ley, ya que la actual legislación discrimina a las mujeres de las clases menos favorecidas, como veremos más adelante, mientras sectores minoritarios que gozan de mejor po-sición económica eluden la ley sin dificultades.
El aborto debe ser libre, gratuito y debe dejar de ser considerado un delito. El aborto es un problema de salud pública y según la Organización Mundial de la Salud, la salud es un completo estado de bienestar físico, emocional y social de una población. En este caso se trata de la salud de la población femenina de Venezuela, el 50% de la población venezolana.
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