Se prendió el peo. El
actual gobierno de Rusia ha levantado una ola de protestas en el
mundo por sus políticas homofóbicas.
En los últimos meses se
aprobaron varias leyes a todas luces discriminatorias. Una prohibe la
adopción por parte de personas gays. Otra califica como delito decir
públicamente que se es gay, lesbiana, bisexual o transgénero. Lo
tipifican como "propaganda gay". A ese nivel de
cavernícolas han llegado.
Las organizaciones LGBT
rusas ya han salido a las calles a protestar. La represión no se ha
hecho esperar. No sólo por parte de los policías y militares, sino
sobre todo, por grupos de personas homofóbicas, la mayoría hombres.
Los pocos activistas que se han atrevido a denunciar este atropello
han terminado presos, golpeados y juzgados por hacer "propaganda
gay".
Este hecho ha despertado
al gigante monstruo marico de EEUU y Europa. Los grupos y locales
LGBT han anunciado un boicot contra los productos rusos. El más
conocido es el vodka Stolichnaya.
Otros han comenzado a
presionar para sabotear los juegos de invierno Sochi 2014. Les piden
a los anunciantes de las Olimpiadas que se retiren. La cosa promete.
Si los anunciantes no se retiran, van a comenzar a boicotearlos en el
resto de los países. Estamos hablando de presionar a las grandes
transnacionales del mundo: McDonalds, Visa, Coca Cola, Panasonic.
¿Tendrá efecto? Ya veremos.
Algunos atletas olímpicos
se han sumado a la campaña y exigen a Rusia que derogue sus leyes
homofóbicas. Frente a los reclamos, el Comité Olímpico
Internacional nos ha dejado como Condorito.
El COI ha amenazado a los
deportistas que protesten contra la homofobia rusa. No podrán usar
pins, camisetas, ni nada de eso, porque si no, serán expulsados de
los juegos. Bárbaro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario