La escena. Una calle en una ciudad latinoamericana. Alan y Ricardo pasean tomados de la mano. Se dan un beso y, en eso, dos policías municipales los detienen y los multan por “faltas a la moral
Lo que describo no es ficción. Pasó en
Metepec, México. Los dos muchachos debieron pagar una multa de 900 pesos para
salir en libertad. Antes de liberarlos, uno de los policías les dijo “Les salió
caro, ¡eh!, hubiera sido mejor que te fueras a acostar con una vieja a un
hotel”.
Esto pasa en muchos de nuestros países. Sin ir
más lejos, en la capital de Venezuela estamos aburridos de escuchar denuncias
de maltrato a parejas de gays o lesbianas en sitios públicos y privados.
Afortunadamente estos chavos mexicanos no se
quedaron de brazos cruzados. Ricardo presentó una queja ante el Departamento de
DDHH y la Contraloría Municipal de Metepec. Su denuncia se regó como la pólvora
por las redes sociales y la noticia saló de las fronteras de México. Ha pasado
más de un mes desde su detención y siguen sin recibir una respuesta, pero el
hecho ha tenido alcance continental.
Gracias a la denuncia de Ricardo y Alan, ahora
se sabe que ésta es una práctica frecuente de la policía de su ciudad. Detienen
a parejas de gays o lesbianas y los amenazan con llamar a sus familiares y
contarles sobre su orientación sexual. Muchos prefieren pagar dinero, Ricardo y
Alan no se dejaron extorsionar y denunciaron este atropello. Abajo está la foto de
En América Latina hace falta muchas personas
como Alan y Ricardo (El chico de abajo es Ricardo). Hemos escuchado historias similares en los centros
comerciales de nuestras ciudades y nada ha pasado. Nada pasa porque nadie
protesta, nadie se queja, nadie denuncia, nadie demanda ante los tribunales.
Incluso algunos activistas LGBTI se atreven a
insinuar que “algo habrán estado haciendo”, porque “hay besos de besos”, “hay
parejas de gays o lesbianas que dan espectáculos públicos”, como queriendo
justificar la agresión homófoba porque “si hubieran estado en sus casas
tranquilos, nada les hubiera pasado”.
Suspiros
En Caracas el Centro de Arte La Estancia de
PDVSA tenía una política de intolerancia similar, y gracias a varias protestas
y besadas públicas de los compas de la Asgdre y sus aliados, el Centro ha
bajado la guardia. ¿Dónde están los Alan y los Ricardo de nuestras ciudades? Si
conoces de alguna o alguno que se haya atrevido a denunciar, avísanos para
publicar su historia.
PD: Al inicio de esta nota hay una foto de una
pareja mexicana. Es de una pareja anónima. El beso de arriba no fue el causante de la multa. Esa imagen
la conseguí por internet, pero ¿un beso así sí justificaría una multa? ¿Tú,
como persona sexodiversa, consideras esta expresión de afecto como un acto
contra la moral y las buenas costumbres? ¿Si fuese una pareja heterosexual,
ocurriría lo mismo? Revisémonos.
Conoce más de la detención de Alan y Ricardo
en esta nota de Milenio
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