jueves, 1 de septiembre de 2016

Un texto de la argentina María Eugenia López


Olor a hombre mezclado con polvos y medias de red. Canta Cher. Se cree Cher. No sabe la letra. Es tan feliz ahí, en su escenario bajo tierra, que no se da cuenta de cómo se está rascando el trasero de red. Disis trong inof. Cuando termina, ve caer sobre sí rosas rojas, al público pararse y aplaudir, y a sus padres mostrando a todos la foto de la niña que se come los mocos, ella, la niña. Su amante la espera en la puerta del baño. Hace mucho que sus lenguas no tocan una mujer. Se lava la cara y las axilas, pero no se decide a salir a la calle. Ahí está, frente al espejo, y no se decide a salir a la calle. Se recorre, se aprueba, se gusta y piensa. En unos años le gustaría quedar embarazada.
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María Eugenia López nació en La Plata, Argentina en 1977. Colabora en revistas latinoamericanas como Santiago de Rilttaura, Punto de Partida, Oficios terrestres, Literal, entre otras

Publicó: Bonkei (2004), Sybille Schmitz (2007), Arena (2009). Además ha participado en varias antologías como
Felicidades también (2005), 18 poetas latinoamericanos (2006), Tránsito de fuego (2009), El vértigo de los aires (2009), El espacio no es un vacío (2010), Si Hamlet duda le daremos muerte (2010), La Plata, ciudad inventada (2010).

¿Qué me gustó de este escrito? Me cuesta descifrarlo. El texto me flechó. Parece un cuento corto, en lugar de un poema. Hubo algo de la historia, creo que el personaje, que me encantó. Quedé con ganas de buscar más escritos de ella.

Este texto de María Eugenia lo encontré en “Versos Di-versos", una antología de poesía sexo diversa contemporánea elaborada por José Rafael Zambrano y Mariajosé Escobar. Acá puedes leer mi comentario sobre esta obra.

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