domingo, 26 de febrero de 2017

Madre África


Salsa en vivo toda la noche… demasiado rico. No estaba en mis planes ir a bailar ese día. Vimos una obra de teatro en Unearte y luego al León a tomar unas cervezas. Entre una y otra fría, me animé y me anoté en la pachanga de los demás. Sólo había un detalle. Andaba en bermudas, mi traje formal. ¿Me dejarán entrar?

“Guerreros. Si me rebotan no hay rollo. Entran ustedes y yo sigo a mi casa… igual no estaba en mis planes ir a bailar”. Llegamos, preguntamos y no hubo problemas. Un grupo en vivo cantaba cuando entramos.

Tenía años que no iba al Maní. Ling me dijo que lo habían remodelado y realmente quedó decente. No tenían cervezas así que pedimos un servicio de ron. Cuba libre para acompañar la noche.



Cuero na más, son montuno, llorarás, las caraqueñas. El negro que cantaba tenía un pantalón gris ajustado… y se le marcaba el bulto clariiiiito. Era una vaina enorme. Jean supuso que el cantante no tenía interiores sino boxers… o estaba roda libre. Yo calculo 28 centímetros en reposo, pero bueno, ese soy yo siendo optimista.

Ling sacó a bailar a su amiga para animar a luis y jean a que echaran un pie conmigo, pero naaaaaada. Yo, guerrero, pero mis panas no estaban en su mejor noche de arrojo.

Había rastas, tipos en shores, salseros y salseras, brasileños. Una pareja de lesbianas se daban unas latas, dos mesas a la derecha.

Me gustó la noche. No es como el Rajatabla (extraño mi antro), pero hay un ambiente bohemio, medio tolerante con la diversidad. Otro día me llevo a unos amigos más guerreros y echo un pie con un pana. Hay que volver al Maní.

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