jueves, 5 de septiembre de 2013

enki

un día madre fue a norteamérica soñando con playas y edificios inmensos donde pasear siempre y divertirse, donde bailar y jugar. tener ropas, muchas ropas y comida. madre se fue un día con la esperanza de llevarnos junto a ella. pero los años pasan y apenas recuerdo su nombre. lo miento a veces a los policías para identificarme. Lo mientan a veces mis enemigos, pero es una ofensa vaga, sólo una frase repetida hasta el cansancio. madre se fue un día a norteamérica, nos dejó su apellido y es bien poco, una hermana vieja que con el tiempo se hizo freak por el cansancio y el hambre. sólo eso y la hierba, sólo la hierba que fumo para olvidar el desastre de una madre que se fue buscando el olimpo y un mundo de incienso, velas encendidas desafiando la tormenta, sólo tormenta. madre se cansó un día de encender velas y se tejió una alfombra mágica de hilos verdes. confió en ella y en sus números, y se fue a norteamérica un día para alcoholizar a mi padre, y dejarme una hermana vieja que se hizo freak con el tiempo y trajo hierba para calmar el hambre y el dolor de una vela que se extingue irremediablemente. madre se fue, se cansó de todo y huyó a norteamérica echando a la mar su alfombra tejida con hilos verdes. sólo nos queda el tiempo y una vela que se apaga. madre se fue y aquí estamos sus huérfanos tejiendo con hambre una vela inmensa. ya no más alfombras ni norteaméricas, ya no más madres. aquí estamos sus huérfanos, su viudo ahogado en alcohol. Ya no más viudos ni huérfanos, sólo hierba y tormenta. sólo tormenta, porque ni madre, porque madre se fue un día apagándolo todo y las velas, llevándose su alfombra y su olimpo consigo para no dejar más que la hierba en medio de los años, y una promesa de llevarnos junto a ella que el tiempo ha apagado, una vela. sólo eso, sólo una madre que se quedó en norteamérica envuelta en su alfombra mientras los años pasaban. y aquí sus huérfanos mascamos la hierba y nos retorcemos en la tormenta, sólo los huérfanos porque madre se quedó para siempre y nos dejó la tormenta. nos dejó la tormenta como un océano de alcohol donde padre se ahoga y nosotros. como una vela apagada nosotros asiéndonos a la hierba para sobrevivir, como una vela apagada nos dejó en la tormenta y los años pasaron. los años pasan siempre

Este relato me encantó. Es de Daniel Díaz Mantilla y se incluye en la obra “Nuevos narradores cubanos” de la compiladora Michi Strausfeld. Es un texto hipnótico. Está entre mis favoritos. Es para leerlo en una sola sentada, de un solo tirón. Es hermoso.

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