Mis
viejos me regalaron el libro "Kirchnerismo para armar.
Veintiséis miradas jóvenes sobre el movimiento político que cambió
a la Argentina". Si lo ves en la librería, no lo dejes pasar.
Es un excelente texto que ayuda entender a la Argentina actual. Haz
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Hoy
quiero compartir con ustedes unos párrafos del capítulo "Igualdad"
escrito por Pablo Ayala y Esteban Rodríguez, integrantes de los
Putos Peronistas. Acá el video de la promulgación de la Ley de
matrimonio Igualitario en Argentina por la presidenta Cristina
Fernández.
Iara
y Yenny: ¿te la van a creer?
El
15 de julio de 2010 será recordado en la historia argentina como el
momento cúlmine de un Bicentenario no sólo popular y callejero sino
también justo y diverso: en el Salón de los Patriotas
Latinoamericanos de Casa Rosada, la presidenta promulga la ampliación
del matrimonio civil sin distinción de sexo. El matrimonio
igualitario. Para Iara y Yenny también fue un día especial. Entre
calles de barro, Iara vive en una casilla a la altura del kilómetro
35 de ruta 3, en el partido de La Matanza, y su amiga venía de
visita desde Chaco; justo les tocó el día: como militantes de Putos
Peronistas asistir a aquella ceremonia.
Quizás
a ellas les toque poco el matrimonio, ya que no tienen ni bienes ni
obra social por compartir. Pero Iara sueña con una familia feliz,
sabe que algún día lo conseguirá después de tantas noches frías
con fríos hombres desconocidos. También sabe que algún día
conseguirá otro laburo, en blanco y con mejores condiciones, dejando
atrás las noches inseguras a la vera de la ruta. Pero ve el gran
paso que implica el matrimonio igualitario por el que ella también
batalló sin miserias ni sectarismos. Ella, puto y trava, se contiene
el llanto cuando la Presidenta hace historia: "Yo
no sé cómo se sentiría ella -y cuando digo 'ella' es Eva Perón-
cuando presenció la sanción de los derechos políticos de la mujer;
hace 58 años no podíamos votar y acá estamos, miren dónde estamos
además".
Qué
loco todo, esa Casa de Gobierno en la que tenía segundo domicilio el
poder económico y donde se pavoneaban los hambreadores del pueblo,
ya no es el lugar de los mismos: allí estaba esa mujer valiente que
nos decía que "hoy
somos una sociedad un poco más igualitaria que la semana pasada"
y todas las maricas (putos, tortas, trans y travas) estábamos allí
invitados a la cita. Una periodista con experiencia en estas
ceremonias nos reconocía que nunca había visto allí un acto formal
así, tan jovial y vital. La Casa Rosada de una vez por todas vestida
de rosa, y Iara, llegada del 35 a la Casa Rosada, sintiendo la
dignidad en acto. La dignidad que algunos teóricos de aire
acondicionado no tienen idea de qué se trata; quizás porque son
menos cristianos y humanistas que progresistas y materialistas.
Y
al volver, ella, feliz, le pregunta a su amiga Yenny: "¿Te lo
van a creer allá? ¿Te lo van a creer que estuviste con la
Pre-si-DEN-TA?".
Allí
también estuvo el resto de los Putos Peronistas, aquella gigante
Marlene y también Teresa de Rito, la primera peronista y
sindicalista públicamente reconocida lesbiana. Y fue el día en que
logramos darle flor de sorpresa a Néstor, el que no nos dimos cuenta
que se nos estaba yendo: lo cercamos, lo abrazamos y nos sacamos
fotos al grito de "Néstor,
Néstor, Néstor corazón, / acá tenés los putos para la
liberación".
Mora:
la estamos ganando
En
esas mismas noches, Mora, travesti del altivo Paraguay del mariscal
Solano López, volvía a salir a la ruta 3, allá, donde la zona
urbana del fin de La Matanza va asumiendo rasgos rurales. Y otra vez
le tocaban los avatares de la noche, aunque a modo de protección se
quedaba cerca de las otras chicas trans con las que compartía suerte
y desdichas. Fue esa noche en la que Mora tuvo que bancarse a una
barrita de pibes machitos y super "piolas" que la deliraban
impunemente.
Machismo y heteronosmatividad puros, así le dicen. Forcejearon con
su cartera y terminaron a los golpes. Iara saltó a hacerle el
aguante y las dos lograron zafar de esos machotes pillados. Hace
tiempo que la Mora intuye el clima de época igualitario, siente y
sabe que algo ha cambiado en estos años. Y mientras el grupo de
"valientes" emprende la retirada cerrando el rosario de
insultos con el "¡PUTO!", la Mora los mira desde esa
tierna inocencia campechana y les espeta una sentencia que supone que
supone el as de espadas, la carta contra la que nada se puede hacer:
"¡Sí, puto, pero les estamos ganado!"
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