Mi
amigo Jean Carlos fue a Argentina hace varios años. Allá descubrió
una iniciativa genial: Eloísa Cartonera, una editorial que hace sus
libros con materiales de desecho. Las tapas son de las cajas de
cartón de la basura y las páginas internas reproducidas en stencil
(www.eloisacartonera.com.ar).
En
las primeras páginas se puede leer: “Tapa hecha con cartón
comprado a los cartoneros de la vía pública. Cortado y pintado a
mano e impreso en la cartonería 'No hay cuchillos sin rosas'”.
Esto quiere decir que cada portada es una obra única, irrepetible.
Son hermosos.
Jean
compró varios libros. A mí me trajo unos poemas homoeróticos de
Ernesto Camilli. Se llama Equinoccio Homo.
1
Sobre
este autor, acá un pedacito de la presentación:
Ernesto
Camilli, lleno de amor, nos enseña con su poesía a disfrutar de la
masculinidad del hombre simple, del trabajador callejero, del obrero,
del futbolista anónimo, pero amado. Poesía desprejuiciada, en
contra de la moral, puro deleite de la contemplación.
Revolución
del dandinismo, disfrutadora de la porteñidad que nunca se agota.
Todo lo demás es para el placer del ojo y la proliferación del
chusmerío que siempre late en cada lector: escenas urbanas, cuerpos
fornidos, tacheros sudados, vergas reales, semen a granel, glúteos
carnosos ajustados a pantalones proletarios hacen los elementos
distintivos de esta poesía del levante.
¡Imposible
no enamorarse con Camilli! ¡Cómo no chusmear, imaginarse que más
pasará con el tachero, el futbolista, el amante joven, el lapacho
salvaje y el albañil sin andamio! ¡Una oda a la contemplación de
la virilidad, una invitación a las pajas bravas!
2
Acá
les transcribo algunos de los textos.
Te
recuerdo como eras...
Te
recuerdo como eras
en
el último otoño,
tachero
de mi vida,
por
calles desalentadas
de
la ciudad dormida.
La
camisa entreabierta
y
los pelos mojados
y
el rictus de tus labios
al
fingirte enojado,
y
con duda en tus ojos
azules
de alhucemas
de
tu jardín silvestre
abierto
a las sentencias.
Y
el pantalón ceñido
esculpiendo
tus glúteos
y
tu sexo carnoso
como
fruto maduro.
Así
fuiste este otoño
mi
macho pasajero,
quién
guiaría tu taxi,
¿eres
vos o el lucero?
..................
Se
juntaron todas...
Se
juntaron todas las palabras
para
vender y comprar,
las
palabras para lastimar,
las
palabras para encrespar el dolor,
apara
horrorizar,
para
entristecer,
las
palabras para punzar,
para
desconsolar, para estrangular el alma,
para
abatir los sueños.
¿Cómo
se nutre ahora
nuevamente
nuestra
ternura árida?
Y
surge desde el pozo
del
fondo del abismo,
se
reteje el deseo
cuando
se acerca el rito.
Y
es que desde la furia
sangrante
de la pena
tu
semen que es nutriente
riega
mi alma y la quema.
....................
Lapacho,
aromo...
Lapacho,
aromo, acacia,
fresno,
retama, boj,
alameda,
cardales,
robledal,
lirio en flor,
si
al nombrarlos
enciendo
el arquetipo,
mi
palabra es mendiga
que
agoniza de amor.
Saliva,
semen, glúteos,
azila,
corazón,
ingle
oscura de arañas
como
una confesión,
si
al lamerlos
como
una loba hambrienta
paladeo
las sales de la Tierra
es
que descubro a dios.
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