Ileana
Ruiz de Mujica
Paraguaná,
17 de mayo de 2010
Somos
una extraña pareja diferentemente igual. Él cocina, yo plancho. Él
lava los platos y yo la ropa. Él pega los botones, yo limpio los
zapatos. Cada semana nos turnamos los oficios de rutina. En casa él
no me colabora en nada: asume su responsabilidad de cuido
equitativamente conmigo.
Yo
escribo, él toma fotografías. En la militancia política él se
encarga del eje serrano, yo del costero. Él vela por la biblioteca
libertaria, yo por el cine comunitario. Él agita, yo formo. Él
escucha la radio, yo reviso los impresos. Él educa en la
universidad, yo en espacios no convencionales.
Yo
vuelo en parapente y navego el brioso Caroní, él prefiere las
serenas lunas de Paraguaná. Disfrutamos sin celos ni prejuicios. Nos
encontramos en la playa, intercambiamos música. Ambos sembramos: él
las especies, yo los frutales.
Al
fabricar él tiene más fuerza, yo más resistencia. Yo hago los
adobes, él los pega. Él vacía los pisos, yo me encargo del friso.
Él conecta las aguas blancas y servidas, yo la electricidad.
Ante
cualquier conflicto optamos por el sexo oral: hablamos, discutimos,
razonamos, nos expresamos hasta llegar a la mejor alternativa
acordada. Consensuamos cómo, dónde y cuándo ejercer nuestra
sexualidad sin creer en mitos urbanos ni cuentos de camino. Él bebe
cocuy mientras lee, yo prefiero ron en tertulia con poetas.
Él
baña al nieto, yo lo duermo. Él le canta La internacional, yo el
Gloria al bravo pueblo en wayuunaiki. Yo lo llevo a la escuela, él
lo acompaña en las tareas. Yo le enseño a ver el mundo bajo una
maravillosa luz oblicua y que así lo verbalice y escriba, él que lo
dibuje. Yo juego béisbol, él le construye ciudades y trincheras. Él
le orienta las películas y programas televisivos, yo el internet.
A
más de sesenta años de la publicación del Segundo Sexo de Simone
de Beauvior (24 de mayo de 1949), libro que sacudiera la cultura
androcéntrica universal, todavía hay un largo camino por recorrer
para, en lugar de tener un primer y otro segundo, podamos disfrutar
de un sexo parejo.
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