En 1998 en Venezuela una mujer
transgénero ganó el Premio Nacional de Literatura. Se trata de la
poeta Esdras Parra. La primera vez que escuché de Esdras fue gracias
a Tamara Adrian. Por internet hay muy poca información sobre ella.
Navegando entre libros encontré “¿Por
qué escriben los escritores?” de Petruvska Simne, editado por la
Fundación para la Cultura Urbana. Entre las personas consultadas
estaba Esdras, así que decidí comprarlo.
El concepto del libro es sencillo.
Petruvska les preguntó a varios poetas y narradores ¿Por qué usted
escribe? Las respuestas fueron publicadas originalmente en El Diario
de Caracas y luego en 2005 las reunieron en formato de libro.
Al final de cada texto hay una breve
reseña biográfica del personaje. De Esdras menciona que, además de
poeta, fue narradora, traductora, ensayista y crítica de literatura
y cine. Integró el equipo fundador de la revista Imagen y fue la
jefa de redacción del Papel Literario del diario El Nacional.
Entre sus libros de poesía están Este
suelo secreto (1995) y Antigüedad del frío (2000). Por el primero
obtuvo el Premio de Poesía de la II Bienal Mariano Picón Salas. En
narrativa publicó El insurgente (1967), Por el mar de las Antillas
(1968) y Juego limpio (1968).
¿Por qué escribía Esdras Parra? Acá
su respuesta:
“Me hacen esta pregunta, y aunque no
soy la persona más indicada, puesto que no me considero una
escritora, trataré de responderla, pues será algo así como
interrogarme a mí misma sobre la causa o la razón por la cual he
escrito las pocas cosas que he publicado. Un escritor es, propiamente
hablando, alguien que escribe libros, los publica y se preocupa por
el efecto que puedan tener entre los lectores. Es un fenómeno
bastante complejo, y la mayoría de los escritores, a la hora de
sentarse a escribir, jamás se preguntan por qué lo hacen. Para mí
la escritura de poemas o cuentos, la literatura, como el arte en
general, es un enigma, un grandioso enigma, que creo cae dentro del
misterio que es el ser humano. Me parece que este problema no puede
examinarse de otro modo o fuera de este contexto, pues el arte
pertenece al reino mágico del hombre. Cuando el hombre primitivo
dibujaba aquellas fantásticas figuras de animales, bisontes y renos,
o lo que fuese, en las paredes de las cavernas, lo hacía
simplemente, creo, porque quería decir algo sobre ellos, algo que no
fuera solamente el uso práctico que hacía de estos animales. El
deseo, el ansia de querer decir algo sobre alguna cosa, que quizá no
se ha dicho hasta ese momento, o si se dijo se quiere utilizar otra
forma, es lo que pone en movimiento los mecanismos internos del arte,
y que nadie sabe lo que subyace en el fondo de ese deseo. En la misma
tónica, la escritura de libros, novelas y poemas es para mí un
misterio. Uno no sabe qué lo mueve a escribir, por qué lo hace, y
cuando cree saberlo se equivoca. Sencillamente, siente la necesidad,
el impulso de hacerlo y lo hace. Podría agregar, entonces, que en
mí, en una medida muy pequeña, por supuesto, hay también ese
impulso misterioso, silencioso que desde el fondo de mi conciencia me
arrastra, me incita, me obliga a realizar ese deseo. Ese es el
motivo, quizá, por el cual he producido esos pocos textos. Uno
escribe también por muchas otras razones, razones a veces ajenas al
carácter, a la naturaleza del arte literario, como por ejemplo para
hacer dinero, por avidez, por la ambición de ser admirado, querido,
respetado; y estos motivos oscuros, como si siguieran una línea
invisible, se encuentran también en los escritores que hacen de su
trabajo una labor seria. De modo que la literatura, como el arte, es
un acto de magia. Podría decir, además, que la literatura, y dentro
de ella la poesía, en primer término, es un bien que nos otorga el
espíritu, un bien supremo, liberador, que de alguna forma nos redime
de los espejismos del mundo cotidiano, aunque tenga su raíz allí,
porque es sólo el espíritu quien lo propicia y le infunde realidad.
De esta manera, lo que no cae dentro de este designio del espíritu
es precisamente lo que no es arte, las malas novelas, los malos
poemas que es, por desgracia, lo que más abunda entre nosotros, que
aún no hemos logrado comprender o que nos alejamos cada vez más de
la visión mágica de las cosas”.
Esdras Parra, El Diario de Caracas, 3
de abril de 1995
¿Por qué escriben los escritores? de
Petruvska Simne, Fundación para la Cultura Urbana (2005).
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