domingo, 18 de octubre de 2015

Mi primer orgasmo


Era una noche como otras, había ido varias veces a Tiffanys. En esa época tenía 18 años, e iba a las disco a buscar amigos. Aunque suene ingenuo, eso era lo que buscaba. No quería sexo, ni nada de eso. Solo quería un amigo, porque me sentía muy solo.

Siempre que iba se me pegaba un tipo, feo, viejo, desagradable. Yo iba solo, con una cara de bebé que todavía tengo.

Esa noche, como siempre, me tomé un tequila al llegar, bailé en la pista, descansé un rato, regresé a la pista y en eso se me acerca un carajo y comenzamos a bailar, tipo tranquilo. La pasamos bien chévere. Le dije que iba a beber algo y me acompañó. Hablamos con más calma.

Me preguntó qué buscaba, le dije “amigos”. Me preguntó qué respondería si me ofrecían tener sexo. Le dije que no quería sexo, sólo quería hacer amigos.

Hablamos otro rato, su amigo le dijo que ya se iban. Él me preguntó si quería ir a su casa a hablar un rato, y yo, un carajito de 18 años, de verdad pensé que íbamos a hablar.

En la casa
Llegamos. Su amigo tenía un levante, y yo estaba con este carajo. A los pocos minutos su amigo se despidió y se fue con el levante a su cuarto. Ahí fue que caí en cuenta. Estaba a solas con el tipo. No había sofás, ni nada en la sala. Sólo había una cocina, un comedor y dos habitaciones. Así que sólo podía dormir en una habitación.

Me fui con él a su cuarto. Estaba nervioso. No me acosté en la cama porque estaba sudado, eso fue lo que le dije. Él me dijo que no había rollo. Hablamos un rato. Yo estaba muy nervioso. Él me dijo que no tenía que pasar nada, aunque él quería. En un momento llegué a un callejón sin salida en la conversa y él me tenía donde quería: un niño de 18 años, que había consentido tener sexo, en una habitación con una sola cama.

Despegando
Él fue muy delicado. Me besó, fue llevando el encuentro con mucho tacto. Nos besamos, se me paró, se le paró, nos fuimos desvistiendo poco a poco. Cada roce de él me estremecía.

Nunca me habían tocado. Las tetillas, la espalda, los brazos, las manos, el ombligo, mi barriga. Pero lo mejor fue cuando bajó a los pies.

Yo estaba boca arriba acostado, él estaba de rodillas viéndome desde mis pies, y fue ahí cuando tomó una pierna y comenzó a besarme o lamerme o morderme, yo no sé qué estaba haciendo, lo que sé es que yo me fui, volé.

Él fue subiendo de un pie a otro, luego los tobillos, los lamía, los besaba, fue subiendo más y más y yo me había ido de mi cuerpo, me había fugado, estaba en Marte, Júpiter, Plutón. El carajo tenía una barba de varios días, y no sabía si era el roce de su barba, o sus besos, o si me lamía o me mordía, pero sea lo que haya sido, yo me retorcía de placer, sentí que volaba, las manos intentaron detener tanto placer, pero luego que él se opuso, sólo me quedó agarrar las sábanas con la ilusión de que con eso me mantuviese en tierra.

Le quité la sábana a la cama, mordí la almohada, intentando ahogar los gemidos de placer. Él continuó subiendo, cuando pasó las rodillas, yo no era yo. Mi entrepierna era la entrada a un universo de sensaciones y descontrol. Su rostro estaba entre mis piernas y yo hace rato había dejado de ser. Más placer, más gemidos, más intenso. Me retorcía de placer, el seguía besándome, lamiéndome, rozándome con su barba. Subió, subió y subió.

Y yo temblaba, era una gelatina de placer. Hice un viaje, ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta, no sé cuántas veces a las estrellas, yo estaba extasiado, feliz, dichoso.

“Tierra llamando a Jorge”
En un punto él se levantó y me vio, en la cama, hecho nada. Se sonrió y me besó. Hablamos un rato y nos quedamos dormidos.

Lo más curioso es que durante ese orgasmo, mi primero, durante todo ese tiempo, yo no estaba erecto. No hubo penetración, ni erección, ni sexo oral, sólo ese chico y mis entrepiernas y ha sido una de mis experiencias más intensas.

Estuve con una sonrisa en el rostro como por dos meses. Fue la última vez que fui a Tiffanys. Pasaron como dos o tres años para que volviera a ir a un sitio de ambiente. Esa noche entendí que no iba a conseguir amigos en un sitio así. En una disco gay era más fácil conseguir sexo. ¿Dónde un joven gay podía encontrar amigos y amigas como él? Poco a poco lo fui descubriendo.

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