Este
artículo lo vi en el portal español Público.es. Lo escribió
nuestra compañera Esther Vivas, periodista y feminista española. Es
asombroso lo que ha puesto en marcha el Partido Popular desde que
obtuvo mayoría absoluta en el parlamento de ese país. Quieren
llevar la Ley del aborto a estados previos a 1985. Quieren prohibir a
parejas lesbianas y mujeres solteras poder usar servicios de
fertilización asistida. Quieren eliminar el matrimonio igualitario.
La campaña es dura.
Los
movimientos sociales están dando la pelea en la calle. Los
escándalos de corrupción contra Mariano Rajoy y sus cercanos
colaboradores parece hacer tambalear a estos gorilas trogloditas en
el poder.
Ojalá
más temprano que tarde, las españolas y españoles puedan tener en
su dirección política a gente honesta y respetuosa de la diversidad
humana. Les dejo el artículo de Esther que además acompaño con el
video de la represión policial que ella menciona. Sin desperdicio.
Nos
quieren pobres, calladas y heterosexuales
23
de julio 2013
Esther
Vivas
Periodista
y activista
La
cruzada del Partido Popular (PP) no sólo arremete contra derechos
fundamentales como sanidad, educación, vivienda, trabajo, sino,
también, contra libertades sexuales y reproductivas. El PP busca
imponer un determinado modelo de sociedad al servicio del capital a
la vez que machista y homófobo. Nos quieren pobres, calladas y
heterosexuales.
La
semana pasada el Gobierno proponía a las comunidades autónomas
vetar, en la sanidad pública, los tratamientos de reproducción
asistida (inseminación artificial y fecundación in vitro) a
lesbianas y mujeres solas. Una medida que atenta contra la igualdad
de acceso a los servicios públicos y discrimina a quienes se salen
de la estricta “norma” heteropatriarcal. Si eres mujer, pobre,
lesbiana o no tienes pareja, prohibido quedarte embarazada. Para el
PP, sin hombres no hay hijos. Y la derecha impone, así, su arquetipo
de familia: una, hetero y unida.
Nos
encontramos frente a un Gobierno que se escandaliza porque dos
mujeres puedan ser madres, dos hombres padres, de que una mujer sola
pueda tener hijas e hijos, pero que no siente la más mínima
vergüenza en aplicar unas políticas generadoras de hambre, paro y
desahucios. La doble moral de quienes no tienen principios.
Obedientes sólo a la doctrina del capitalismo y el patriarcado.
Ayer
en el escrache feminista frente al Ministerio de Sanidad en Madrid,
para, justamente, condenar esta medida, la represión fue la
respuesta. Un Gobierno que persigue y criminaliza aquellos que no
callan. La “política de la porra” es la otra cara de la
“política de las tijeras”.
Otro
ejemplo. El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad
planea ahora dejar fuera de las estadísticas de malos tratos a las
mujeres que, pese a ser agredidas, no pasen por el hospital o estén
en él menos de 24 horas. Lo que significa invisibilizar la mayoría
de los casos. No sea que las cifras se disparen, digo yo. Según, el
Observatorio para la Violencia de Género del Consejo General del
Poder Judicial, en el primer trimestre del 2013, unas mil cien
mujeres por mes presentaron parte de lesiones al denunciar ataques
machistas. Aunque éstas son sólo una minoría. En 2012, por
ejemplo, únicamente el 11% de las 128.000 denuncias aportaron dicho
parte. Para algunos, parece, es mejor esconder, o maquillar, la
realidad en vez de combatirla.
Y
a todo esto hay que sumar la ofensiva del ministro Alberto
Ruiz-Gallardón para reformar la, ya limitada, Ley del aborto y
devolvernos a la época de “las cavernas”. Una modificación que,
en palabras del ministro, tendrá lugar en los próximos tres meses.
La futura Ley, todo parece apuntar, será más restrictiva que la de
1985 y sólo se permitirá interrumpir el embarazo en ciertos
supuestos muy limitados. Entre los supuestos que se está discutiendo
eliminar, se encuentra el de malformación del feto. Según
Gallardón, la reforma tiene como objetivo “aumentar la protección
del derecho por excelencia de la mujer: el de la maternidad”. Y me
pregunto: ¿La maternidad en manos de quién? ¿De la mujer o del
Estado? En definitiva, un intento más por parte del PP de decidir y
legislar sobre nuestro cuerpo.
Estas
medidas, en definitiva, se suman a unas políticas de salida a la
crisis que devuelven la mujer al hogar. Cuando se recortan servicios
públicos como sanidad, prestaciones sociales diversas, la Ley de
dependencia…, hay todo un trabajo de cuidados, invisible,
infravalorado, pero imprescindible, que acaba siendo asumido, una vez
más, por las mujeres. En nuestras espaldas recaen, mayoritariamente,
los recortes al Estado del bienestar.
Nos
enfrentamos a un Gobierno de derechas, machista y homófobo. Y la
respuesta sólo puede ser de izquierdas (y no de boquilla sino de
acción en la calle), feminista y a favor de las libertades sexuales.
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