martes, 3 de febrero de 2015

Una noche


Te deseo, alcanzo a decir antes de que te vengas en mí, dentro de mí. Cansado, sudado, te beso y caemos, rendidos. Uno sobre el otro. A tu lado, la noche es salada, de playa. Sueño contigo o te recuerdo. Tus ojos, mi sonrisa, la tarde en el café, tu número, mis manos. El primer beso, la primera noche, la primera pelea, con su reconciliación. Tus peculiarmente afinadas canciones, mis almuerzos express, tú haciéndome reír. El viaje, las vacaciones, los domingos morsas, los cumpleaños. Los primeros “te extraño” y “no te mueras antes que yo”. Las maletas. Llorar de alegría, de tristeza, de placer. Soñar de a dos. Los cepillos juntos, la biblioteca en común, la ventana a la playa. Las cuentas, las peleas, los celos… y las reconciliaciones. Mis clases de cocina, tus clases de baile. Y mientras sueño o recuerdo, el frío me trae de vuelta. La mañana amenaza con aparecer. Me abrazas, me acoplo a ti. La conjura del frío. La vida afuera comienza muy temprano, los sonidos, la gente. Me acercas a ti, tejemos nuestros pies. Tu mano me explora. Te siento crecer. Me muerdes la oreja y susurras, te deseo.

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