Necesitamos más personas como David Cámara. Él es un joven andaluz y abiertamente gay. Él terminó con su novio, llevaban juntos más de 9 años. Como era de esperar, David está enguayabao.
El despecho le pegó duro. Sufre de
insomnio, vómitos y ataques de ansiedad. Ante estos síntomas, David
decidió ir al médico de su localidad, Jaén. Lo acompañó su mamá
y el novio de la mamá. Fueron al Centro de Salud Belén donde fue
atendido por un "médico de cabecera", un cargo del sistema
de salud público español.
No debes confudir este cargo con la
expresión latinoamericana "médico de cabecera" para
referirse al médico de confianza que ha atendido a toda tu familia
por años.
El cuento es que David tenía la
esperanza de que esta servidora pública lo refiriera a un psicólogo.
¿Cuál es su sorpresa? Cuando la doctora se entera que David es gay
y que su expareja es un hombre. Ella cambió de actitud.
La doctora le dijo "que me hiciera
pruebas y análisis porque los gays tendemos a pillar muchas
enfermedades y a propagarlas. Me decía que yo tenía que comprender
que eso es antinatural, y que mi problema y todo el trastorno lo
tenía en la cabeza".
Me imagino la cara de sorpresa del
chamo. Pensando que era un chiste, él le preguntó si ella creía
que sus problemas de salud eran culpa de su orientación sexual.
La cerda homofóbica le dijo que "sí,
en su mayoría". En ese momento David se levantó y salió del
consultorio. Antes de que se fuera, esta matasano le dijo que no
tenía que ofenderse porque su enfermedad (entiéndase, su
homosexualidad) tenía cura.
Hasta aquí puede sonar como una
historia previsible. Un trato discriminatorio en el sistema de salud
público.
Lo bueno de esta historia es que David
no se quedó callado. Él puso una queja en ese centro de salud y
además denunció formalmente ante la justicia a esta profesional que
es una vergüenza para el gremio médico.
David no está solo. La asociación
andaluza Arco Iris se sumó a la causa y está brindándole apoyo
legal y psicológico a este joven. Recordemos que David sigue
despechado. La rabia y la indignación por el maltrato homofóbico,
no quitan el guayabo.
Arcoiris pide una investigación a la
fiscalía antihomofobia de Andalucía y la apertura de un expediente
disciplinario a la doctora y al centro de salud. Al parecer no es la
primera vez que ocurre. Otro joven gay denunció hace un año el
mismo trato discriminatorio de esta doctora.
Integrantes de esta asociación piden
una reunión cara a cara con la matasano para que ella explique si
sus recomendaciones médicas están basadas en algún estudio
científico o si por el contrario se basan en prejuicios religiosos
del siglo pasado.
¡Alguien por favor que le explique a
esta cavernícola que la Organización Mundial de la Salud sacó a la
homosexualidad de su lista de enfermedades mentales en 1990!
Casos como el de David deben ocurrir a
cada rato en suelo latinoamericano. Algunxs LGBTI pueden manejar
mejor estas situaciones, pararse y pintarle una paloma a los médicos
homofóbicos. Otrxs, sobre todo, lxs más jóvenes, saldrán más
confundidos de cómo entraron.
Pregunto ¿hay o no hay en América
Latina hombres y mujeres como David, dispuestos a armar un peo
público, acudir a la justicia y llevar su denuncia hasta las últimas
consecuencias?
Ojalá que sí.
Si quieres leer más del caso de David,
visita In Out Post o Cáscara Amarga
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