11 de octubre de 2007
Agencias
La homofobia no es extraña a ningún país. Crímenes contra gays los hay en todas partes y todos son injustos y brutales. Especialmente en Estados Unidos, en algunos estados, esa homofobia se manifiesta de manera especialmente violenta. No son extraños los asesinatos cometidos contra personas cuyo único delito era ser gays, lesbianas o transexuales.
En los países donde la homosexualidad está penada, la homofobia es la del Estado que encarcela y mata a los gays por el hecho de serlo. Sin embargo, en los EE.UU. la situación es la de un país en algunos de cuyos estados la homosexualidad está prohibida. Los gays están protegidos por la constitución pero, al mismo tiempo, están desarmados frente a la incultura, a los prejuicios, frente a un estado que no hace nada por combatir los prejuicios y la intolerancia de muchos de sus ciudadanos. Allí, los crímenes por homofobia no son infrecuentes.
Sin embargo, a pesar de eso, la muerte de Matthew Shepard levantó una ola de indignación sin precedentes en todo el país. El crimen de Matthew Shepard conmocionó a los EE.UU. y a todo el mundo, y eso a pesar de que, aparentemente, era un crimen homófobo más. Las circunstancias que rodearon todo el caso lo hicieron especial. El espanto generado por el crimen de Matthew Shepard hizo que todo el mundo (no sólo los EE.UU.) se tomara los "crímenes por odio" en serio; que resultara imposible ignorar que la homofobia puede llegar al asesinato más cruel.
Matthew Shepard era un estudiante gay, de aspecto aniñado y frágil, que estudiaba Ciencias Políticas en la universidad de Wyoming, sita en la ciudad de Laramie. En la noche del 6 de octubre de 1998 o quizá en la madrugada del día 7 fue engañado cuando se encontraba en un bar de la ciudad por dos hombres que se hicieron pasar por gays. Le subieron a un camión y le llevaron hasta un lugar desierto fuera de la ciudad; allí le ataron a la verja de un vallado y le torturaron y golpearon durante horas salvajemente. Después le abandonaron allí atado con unas temperaturas bajo cero.
Un ciclista pasó por allí a las 6 y media de la mañana, casi dieciocho horas después del ataque y al principio le tomó por un espantapájaros. Matthew estaba inconsciente y sufría hipotermia. Su cara estaba llena de sangre, excepto allí donde el reguero producido por las lágrimas la había limpiado. Cuando le llevaron al hospital tenía tantas heridas que los doctores ni siquiera pudieron operarle. Murió cinco días después sin recuperar la conciencia en el hospital de Laramie. Su familia estaba a su lado, su hermano le cogía la mano.
Mientras Matthew moría, algunos estudiantes de la universidad hicieron un muñeco y lo colgaron de la misma verja con un cartel colgando en el que se leía "soy gay", y frases insultantes y groseras en su espalda; eran gente normal, no criminales y se suponía que aquello era una broma.
La brutalidad del crimen, la crueldad de los asesinos, el hecho de que Matthew fuese gay, movilizaron a la comunidad gay-lesbiana de EE.UU. como ninguno de los crímenes anteriores lo había hecho. Los medios de comunicación le dedicaron al asunto una cobertura máxima. Todo el país clamaba por un castigo ejemplar a los culpables.
Además este crimen provocó una enorme controversia política porque sirvió para que la mayoría de la gente apoyara que la homofobia debía incluirse entre los llamados "crímenes por odio". Un crimen por odio es generalmente definido como un crimen en el que el delito está motivado, en todo o en parte, por el odio, los prejuicios o las falsas asunciones acerca de la raza, el sexo, la edad, el género, la discapacidad o la orientación sexual de la víctima. Cuando se produce un crimen por cualquiera de esas razones se aplica una agravante al propio delito cometido.
En EE.UU. todos esos aspectos de la personalidad humana están especialmente protegidos por esa legislación, excepto la orientación sexual, que sólo lo está en algunos estados. La mayoría, por contra, no lo incluye entre los aspectos personales que la ley protege. El crimen contra Matt Shepard puso de manifiesto que la homofobia es un factor que puede conducir al crimen y que por tanto, la orientación sexual debe estar especialmente protegida.
Después de la muerte de Shepard, el país se dividió en dos. Se le dedicaron funerales en muchas ciudades, honores estatales en otras. Matthew Shepard de convirtió en un símbolo que unió al movimiento gay-lesbiano como pocas cosas lo habían hecho en los últimos años.
Su muerte sirvió también para unir a los conservadores, que cerraron filas negándose a introducir la homofobia entre los aspectos personales que la ley protege. Todavía hoy se vota, estado por estado, una legislación de "crímenes por odio" que incluya la orientación sexual en su definición.
La familia de Matthew, especialmente su madre, Judy, se ha convertido en uno de los máximos defensores de los derechos de gays y lesbianas. Organizaron una fundación que lleva el nombre de su hijo y dan charlas y conferencias por todo EE.UU. en favor de los derechos para la comunidad gay.
El juicio contra los asesinos de Shepard, Aaron McKinney y Henderson, también resultó polémico y sentó un precedente legal muy importante en cuanto a la defensa que podía hacerse en este tipo de crímenes y la que no. Después del crimen fueron detenidos cuatro individuos: dos acusados de asesinato y los otros dos por complicidad. El gran asunto del juicio era decidir si los acusados habían matado a Matthew por ser gay o si esto no tenía nada que ver. El hecho de que los acusados se hicieran pasar por gays era una prueba de que la homofobia tenía mucho que ver en el asunto.
Los acusados dijeron al principio que ignoraban que Matthew fuese gay. Uno de los acusados, Henderson, confesó enseguida y se libró de la pena de muerte acusando a su compañero. Sobre McKinney pesaba entonces la condena a muerte. Alegó como atenuante "pánico gay". Según esta estrategia de sus abogados, Matthew intentó ligar con él y él, que había sido abusado de pequeño por un vecino, sintió esta clase de pánico y esa fue la razón de que le matara. Si el juez hubiese aceptado esta línea de defensa, hubiera servido de atenuante en muchos juicios de este tipo, pero no lo hizo.
Otro aspecto del caso que levantó mucho interés por parte de los medios de comunicación es el hecho de que los padres de Matthew aceptaran que a McKinney le fuera conmutada la pena de muerte por la de cadena perpetua. En EE.UU. la familia de la víctima tiene que estar de acuerdo en que a un acusado le sea conmutada esta pena. Además, en ese país las familias de las víctimas suelen son los principales partidarios de que a los condenados se les aplique la pena capital y suelen también asistir a las ejecuciones. El "ojo por ojo" es allí ley. El hecho de que los padres de una persona tan horrorosamente asesinada aceptaran perdonar la condena a muerte levantó una ola de sorpresa. Según se supo luego fue Judy, la madre de Matthew, la que presionó a su marido, que era partidario de la pena capital.
Matthew Shepard es, desde el día de su muerte, un símbolo para gays y lesbianas de todo el mundo. Una de las personas que más atención mediática recibió (no hay más que ver las páginas de Internet que le están dedicadas). Este mismo año, la cadena de televisión MTV ha emitido la película "Anatomía de un crimen por odio" basada en su vida. En esta película se ha evitado mostrar a Matthew como a un mártir, pero sí se le presenta como una víctima de la intolerancia y los prejuicios.
La ley contra los crímenes de odio
El senado de USA ha aprobado la semana pasada el Matthew Shepard Act una propuesta de ley que incluye (entre muchas otras cosas) los casos de homofobia y transfobia dentro de los llamados crímenes de odio. Es un gran avance que no hubiera sido posible sin la fuerza y entereza con que Judy and Dennis Shepard han luchado por conseguir que los sueños de su hijo se hagan realidad.
Los Shepard declararon al respecto: “Hoy el voto del senado ha enviado un mensaje claro e inequívoco de que los crímenes cometidos en nombre del odio deben terminar…The Matthew Shepard Act es un paso esencial para borrar el odio de América y estamos honrados de que lleve el nombre de nuestro hijo. Han pasado casi nueve años desde que nos arrebataron a Matthew. Esto es un tributo apropiado a su memoria y a todos los que han perdido sus vidas frente al odio”. Matthew Shepard murió el 12 de octubre de 1998.
Texto tomado de Sentigo G
http://www.sentidog.com/es/article.php?id_news=19344
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