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domingo, 3 de agosto de 2014

Oxidado


Necesitaba comprarme unos shores. Iba a la playa y los viejos ya no me cerraban. No pregunten porqué.

Estaba viendo tiendas, entré a una y vi unas franelas y camisas que me gustaron. El chico de la caja era lindo. Me vio, lo vi y seguí curioseando en la tienda.

Me probé una franela y cuando salgo, él me siguió pistoneando. “De verdad es lindo el muchacho”, pensé. Me vi frente al espejo y me decidí. Me la llevo.

Entré al vestidor, me cambié y llevé la franela a la caja.

Mientras él la doblaba, la olió y me dijo: “La franela todavía conserva tu colonia”.

¿?

Dios ¿qué hago? El tipo me gusta, me acaba de lanzar una directa más que evidente… ¿qué le digo? ¿qué respondo? ¡Auxilioooo!

Solo alcancé a responder, confieso además que un poco tosco: “No uso perfume”… y era la verdad, NO USO. Pero esa no era la respuesta, la respuesta era otra.

El muchacho, apenado, metió la mirada en la caja registradora y no volvió a verme a los ojos. Yo intenté arreglar la vaina diciendo que quizás era mi olor corporal, pero ya el daño estaba hecho. Estoy oxidado.

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