Les recomiendo leer esta
entrevista a Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de
Educación Sexual de Cuba. La realizó Helen Hernández Hormilla y
salió publicada en La Jiribilla, la Revista de Cultura Cubana.
Análisis brillante que contribuye al debate de la lucha por el
respeto a la diversidad sexual desde las trincheras de la izquierda.
Si te gusta, comparte esta entrevista entre tus amigxs y compañerxs
de militancia.
Mariela
Castro: El socialismo no puede ser
homofóbico
Helen Hernández Hormilla
• La Habana, Cuba
Foto: R. A. Hdez
Desde hace seis años, la
lucha contra la homofobia y la transfobia en Cuba se ha ido
convirtiendo en un tema de la agenda pública. Pese a los arraigados
prejuicios machistas y heteronormativos que permanecen en la cultura
y la historia de la Isla, las personas de la comunidad LGBTI
(lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales) se han unido
para defender sus derechos a ser reconocidas y aceptadas con respeto
en todos los espacios de interacción humana. Ante quienes prefieren
enjuiciar, discriminar y estigmatizar, la respuesta ha sido una
campaña educativa y el impulso al empoderamiento de estas
poblaciones para que se les reconozca el legítimo disfrute de su
ciudadanía.
La causa ha tenido un
repunte debido a las acciones emprendidas por el Centro Nacional de
Educación Sexual (CENESEX) que desde su creación, a finales de los
años 80, promovió una sexualidad diversa y responsable. Parte de
este trabajo se ha concretado en la celebración de las Jornadas
Nacionales de Lucha contra la Homofobia, realizadas desde 2008 en
fecha cercana al 17 de mayo cuando se celebra el Día Internacional
de Lucha contra la Homofobia en recordación a la fecha en que la
Organización Mundial de la Salud suprimió la homosexualidad de su
lista de enfermedades mentales, en 1990.
Cada año, las Jornadas se
extienden en tiempo y espacio, al punto de que las actividades
centrales se han desarrollado más allá de la capital, en las
provincias de Santiago de Cuba, Villa Clara, Cienfuegos y este 2013
en Ciego de Ávila. La participación de los medios de comunicación
y el impulso del activismo ciudadano han sido elementos distintivos
de la sexta edición de la Jornada, que inició en La Habana el 9 de
mayo con actividades académicas, pasacalles, paneles comunitarios y
espectáculos artísticos que se extendieron desde el 14 hasta el 17
a la sede avileña.
En casi todas las acciones
puede encontrarse a Mariela Castro Espín, máster en sexología y
directora del CENESEX, quien se ha convertido en la principal figura
cubana que defiende las demandas de las personas LGBTI, a la que
prefiere sumar la H pues también son muchas las y los heterosexuales
de esta lucha. Convencida de que el socialismo resulta imposible si
no se supera la homofobia, la especialista y diputada a la Asamblea
Nacional de Cuba llama a involucrar decisores, alcanzar políticas
públicas equitativas e integrar todas las batallas contra la
discriminación.
Buscando ampliar las
respuestas sobre los condicionamientos culturales que determinan las
perspectivas de la comunidad LGBTI en la Isla, La Jiribilla
intercambió inquietudes con la principal responsable de estas
Jornadas.
- ¿Cuáles son los
valores culturales e históricos que, en el caso de Cuba, sustentan
la homofobia?
Como toda forma de
discriminación, la homofobia tiene que ver con valores que se fueron
generando en la mayoría de las sociedades conocidas, basados en la
dominación. Este afán por el poder y control social que ha
determinado la historia de la humanidad se expresa en distintas
formas de discriminar, porque para poder dominar hay que generar
argumentos e ideologías que lo sustenten. Esos imaginarios se han
convertido en prejuicios heredados de manera inconsciente. Se siguen
repitiendo, aunque la gente se lamente, sobre todo en detrimento de
quienes tienen situaciones más desventajosas.
Distintas tendencias de
pensamiento como el feminismo, la sociología, los estudios de
género, la antropología feminista, la sociología de la sexualidad,
la sicología, las ciencias médicas, entre otras, han aportado
elementos y evidencias para describir estas situaciones de
discriminación. Son los mecanismos de poder los que generan los
prejuicios. La historia de la misoginia, por ejemplo, se expresa en
el caso de las brujas en Europa, pero en nuestro continente hay una
historia colonial de violencia. Y todavía se siguen utilizando esos
mecanismos para satanizar pueblos y apropiarse de sus riquezas, como
con los musulmanes, o los pueblos originarios de América, llamados
herejes.
Revisando estos elementos
teóricos y metodológicos junto al pensamiento marxista, encuentro
el recurso para, dentro de lo que ha sido la historia de Cuba y la
historia de la Revolución, aportarle a nuestro proyecto social una
causa obviada por los prejuicios.
Parece que alguien tenía
la ilusión de que la Cuba revolucionaria hubiera sido casi
extraterreste, y en los 60 y 70 no fuese tan homofóbica como el
resto del mundo. Hubiese sido maravilloso tener esa oportunidad, pero
no era posible pedirle tanto al pueblo cubano en un tiempo en que
todavía las ciencias médicas seguían patologizando la
homosexualidad y a las personas transgénero, cuando muchas iglesias
satanizaban a personas homosexuales. Todavía las ideas dominantes
tienden a descalificar a estas personas y a quitarles oportunidades;
todavía en el mundo son víctimas de crímenes de odio, con cifras
preocupantes al punto de que se está haciendo un llamado
internacional para establecer políticas en este sentido.
La homofobia se expresa en
Cuba y el mundo como cualquier otro acto de violencia, física o
sicológica. Sin embargo, tantos años de Revolución han instituido
el valor de la solidaridad, de reaccionar ante la injusticia, y eso
es lo que nos produjo la inquietud de iniciar esta lucha. Cuando
alguien está sufriendo, cuando una persona está siendo humillada,
reaccionamos, aun cuando no estuvieran todos los elementos y los
tuviéramos que adquirir en el camino.
Fuimos a buscar qué
decir, qué hacer, cómo dialogar con la población para que las
personas homosexuales y transgéneros no fueran discriminadas, que
nadie se creyera superior a otro por su orientación sexual.
La Revolución cubana está
dando un ejemplo de que es posible, ya sea en el capitalismo o en el
socialismo, tener una sociedad que reconozca y respete la diversidad
sexual. En el caso de un país en transición socialista es más
coherente todavía.
Al comenzar las Jornadas
nacionales contra la Homofobia en 2008, el país estaba dando también
una señal de revisar su historia.
En efecto. Eso me parece
muy valioso y es lo que hace que siga siendo una Revolución.
Cuando estuve en
Filadelfia y San Francisco, ciudades estadounidenses importantes para
el movimiento LGBTI norteamericano, me di cuenta que estos procesos
han estado involucrados con otras libertades civiles, con las luchas
por la independencia o los derechos de las mujeres. Toda esa
experiencia dio herramientas para luchar por los derechos LGBTI.
Cuando triunfó la
Revolución, Fidel tenía el Programa del Moncada, con varias
problemáticas sociales identificadas, y comenzaron a trabajar en
función de eso. Sin embargo, este tema no estaba recogido ni tampoco
existía un movimiento internacional claro a favor de estos cambios.
- ¿Qué hace idóneo
el contexto cubano de los 2000 para emprender estas Jornadas?
El escenario de avance de
un proyecto de justicia y equidad social como la Revolución, no
quitaba que fuera una sociedad fuertemente homofóbica. Después, los
progresos en cuanto a los derechos de las mujeres abrieron un camino.
El desarrollo que fue tomando la sociedad cubana en la construcción
de su diseño de democracia, dio elementos para hacer más visible
esta causa. A la par, las ciencias sociales y los movimientos de
derechos humanos han ido avanzando en el mundo, y como parte de esta
gran aldea global vamos adquiriendo conocimientos para incorporarlos
a nuestro proyecto social.
Hemos cuidado de no
reproducir mecanismos o iniciativas, sino que estudiamos la manera en
que se dieron estas luchas en otros países para tomar lo valioso e
introducirlo en nuestra realidad. Cuando se importa acríticamente
una moda o tendencia se está siendo tan superficial que no se logran
cambios sociales. Preferimos incorporarnos a nuestra realidad de
manera participativa, convocando a varias instituciones sociales para
construir proyectos entre todos y todas. Eso nos ha facilitado el
diálogo con las instituciones y el Partido Comunista de Cuba.
- Pasados seis años de
la Jornada se advierte un incremento de la visibilidad del tema.
Aunque no tenemos
investigaciones que midan el impacto de la Jornada, nuestra
percepción es que ha habido un cambio sustancial, porque antes de
estos temas no se hablaba y si se hacía era solo para descalificar a
las personas LGBTI, incluso excluirlas. Pero ahora la sociedad cubana
está discutiendo y exponiendo sus puntos de vista, sus dudas y las
contradicciones. Hasta la oposición que se genera es muy saludable
para impulsar el debate.
Mucha gente ha reconocido
que es homofóbica y pide más orientación. Se nos acercan tanto
familias como población en general en busca de ayuda.
Por otra parte, hay un
cambio en la política informativa sobre el tema. Este año notamos
que se confía más en la capacidad de las y los periodistas y en
general de nuestra prensa para comenzar a socializar muchos de estos
mensajes. Por ejemplo, en la medida en que divulguemos que existen
espacios de atención jurídica en el CENESEX para dar respuestas a
la discriminación, más personas van a venir solicitar nuestra
ayuda.
- ¿Qué le aporta el
movimiento LGBTI cubano al civismo?
Este movimiento se fue
formando con una alta dosis de espontaneidad. Surgió a partir del
grupo Las Isabelas de lesbianas en Santiago de Cuba que en 2002
pidieron ser atendidas por el CENESEX en el tema de la salud sexual y
reproductiva. A partir de ahí, se integró un grupo en La Habana,
luego el de personas trans y, poco a poco, surgieron nuevas ideas e
iniciativas para integrar hombres homosexuales y jóvenes en una red.
Lo interesante es que esos
grupos formados pidieron ser atendidos por el CENESEX. La red social
comunitaria comienza por nosotros pero se va enriqueciendo con la
participación en varias provincias. Las personas preparadas como
activistas están participando muy activamente con sus criterios y
sugerencias en lo que pudiera llamarse movimiento LGBTHI cubano.
- Ud. ha dicho varias
veces que no puede concebirse el socialismo con homofobia.
No, no lo puedo concebir.
Por eso, cuando estábamos haciendo el Pasacalle en Cienfuegos el año
pasado propuse el lema “Socialismo sí, homofobia no”. Es que el
proyecto de experimentación que es el socialismo no puede tener
ningún tipo de discriminación.
- ¿Qué pudieran estar
señalando entonces gestos como la inclusión del tema en el programa
de la Conferencia del PCC o la participación de Miguel Díaz-Canel,
primer vicepresidente cubano, en la Gala contra la Homofobia en el
Karl Marx?
La dirección del país
está más concientizada de que esta realidad debe formar parte de
nuestra política y de elementos ideológicos, porque nuestro trabajo
consiste en transformar pensamientos, que deben ser trasmitidos
mediante la educación y con el apoyo de todas las personas e
instituciones.
La comunidad artística
cubana ha sido siempre abanderada de estas causas.
En todas las épocas, las
artes se van por encima de las ciencias para comunicar realidades o
preocupaciones sociales. En Cuba sucedió lo mismo, y en las obras de
arte y literatura se reflejaron siempre estas contradicciones, de una
manera o de otra, con los puntos de vista de sus artistas.
Soy formada en la
pedagogía y siempre encontré en las artes un recurso para educar,
para comunicar, mucho más interesante que una simple charla. Por
eso, en nuestro trabajo del CENESEX también convocamos artistas,
porque es mucho más efectivo para comunicar este mensaje, y a veces
llega de manera más impactante.
Al iniciar la Jornada
fuimos al Ministerio de Cultura, la Unión de Escritores y Artistas
de Cuba (UNEAC) y la Asociación de Hermanos Saíz (AHS) a
solicitarles apoyo. Necesitábamos que todas las personas que de
alguna manera habían tenido alguna iniciativa similar se unieran en
este proyecto.
Para luchar por el respeto
a la diversidad sexual debemos partir de nuestra unión como país,
como nación, como sociedad. De manera aislada no se avanza y las
artes cubanas están trabajando a plenitud en esta estrategia de
transformación social.
- Mucho se ha promovido
la necesidad de aprobar un nuevo Código de Familia donde se acepten
las uniones consensuales entre personas del mismo sexo. Pero, una vez
que se apruebe, ¿cuáles serían las otras demandas legales?
Queda mucho, por eso digo
que el nuevo Código no es la meta, sino una de nuestras acciones que
va a facilitar avanzar en los derechos LGBTI, pero no es la única.
Las leyes por sí mismas no garantizan derechos humanos. Estos deben
ser apoyados por otras expresiones de voluntad política.
Nosotros preparamos
también un anteproyecto de Decreto Ley sobre la identidad de género
y estamos revisando legislaciones de otros países para incluir los
elementos más afines a nuestro contexto con respecto a las luchas
contra todo tipo de discriminaciones. También el Código Penal se va
a cambiar, el Código del Trabajo. Y cuando la Constitución vuelva a
ser revisada en su momento, tenemos previsto incluir elementos que
faciliten una amplia cobertura en el campo de los derechos LGBTI.
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