“Yo pensaba morirme en el invierno de 1987. Desde hace meses tenía unas fiebres terribles. Consulté a un médico y el diagnóstico fue SIDA. Como cada día me sentía peor, compré un pasaje para Miami y decidí morir cerca del mar. No en Miami específicamente, sino en la playa. Pero todo lo que uno desea parece que por un burocratismo diabólico, se demora, aun la muerte.
En realidad no voy a decir que quisiera morirme, pero considero que, cuando no hay otra opción que el sufrimiento y el dolor sin esperanzas, la muerte es mil veces mejor. Por otra parte, hacía unos meses había entrado en un urinario público, y no se había producido esa sensación de expectación y complicidad que siempre se había producido. Nadie me había hecho caso, y los que allí estaban habían seguido con sus juegos eróticos. Yo ya no existía. No era joven. Allí mismo pensé que lo mejor era la muerte. Siempre he considerado un acto miserable mendigar la vida como un favor. O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo. En Cuba había soportado miles de calamidades porque siempre me alentó la esperanza de la fuga y la posibilidad de salvar mis manuscritos. Ahora la única fuga que me quedaba era la muerte”.
Así inicia Reinaldo Arenas este libro autobiográfico que relata su vida en Cuba, el descubrimiento de su sexualidad, sus inicios en la escritura, las persecuciones que sufrió por parte del Gobierno por ser homosexual, escritor y disidente, su estadía en la cárcel, la esperanza de salir de la isla, sus momentos de profunda tristeza, su exilio en EEUU y su muerte.
Este libro te golpea, en la boca del estómago y te deja sin aire pudiendo apenas recuperarte para recibir un nuevo golpe. Como activista homosexual y de izquierda, este libro me cuestionó.
Después de leer “Antes que anochezca” evito dar opiniones sobre Cuba, a favor o en contra. Creo que cualquier juicio que podamos tener desde afuera es precario. Siento que los únicos autorizados a hablar de Cuba son sus habitantes.
A través del testimonio de Reinaldo descubrí una rabia visceral que nace de las tripas, el mar como esperanza, la patria como cárcel, que la vida sin libertad no vale la pena, y la tristeza y la desolación que debe sentir alguien para creer que la única salida es la muerte.
Ahora leo más sobre Cuba, escrito por cubanos y cubanas residentes o exiliados/as. Duele, pero el dolor forma parte de la vida.
Reinaldo Arenas. “Antes que anochezca”. Tusquets Editores. Barcelona, España. 2005.
En realidad no voy a decir que quisiera morirme, pero considero que, cuando no hay otra opción que el sufrimiento y el dolor sin esperanzas, la muerte es mil veces mejor. Por otra parte, hacía unos meses había entrado en un urinario público, y no se había producido esa sensación de expectación y complicidad que siempre se había producido. Nadie me había hecho caso, y los que allí estaban habían seguido con sus juegos eróticos. Yo ya no existía. No era joven. Allí mismo pensé que lo mejor era la muerte. Siempre he considerado un acto miserable mendigar la vida como un favor. O se vive como uno desea, o es mejor no seguir viviendo. En Cuba había soportado miles de calamidades porque siempre me alentó la esperanza de la fuga y la posibilidad de salvar mis manuscritos. Ahora la única fuga que me quedaba era la muerte”.
Así inicia Reinaldo Arenas este libro autobiográfico que relata su vida en Cuba, el descubrimiento de su sexualidad, sus inicios en la escritura, las persecuciones que sufrió por parte del Gobierno por ser homosexual, escritor y disidente, su estadía en la cárcel, la esperanza de salir de la isla, sus momentos de profunda tristeza, su exilio en EEUU y su muerte.
Este libro te golpea, en la boca del estómago y te deja sin aire pudiendo apenas recuperarte para recibir un nuevo golpe. Como activista homosexual y de izquierda, este libro me cuestionó.
Después de leer “Antes que anochezca” evito dar opiniones sobre Cuba, a favor o en contra. Creo que cualquier juicio que podamos tener desde afuera es precario. Siento que los únicos autorizados a hablar de Cuba son sus habitantes.
A través del testimonio de Reinaldo descubrí una rabia visceral que nace de las tripas, el mar como esperanza, la patria como cárcel, que la vida sin libertad no vale la pena, y la tristeza y la desolación que debe sentir alguien para creer que la única salida es la muerte.
Ahora leo más sobre Cuba, escrito por cubanos y cubanas residentes o exiliados/as. Duele, pero el dolor forma parte de la vida.
Reinaldo Arenas. “Antes que anochezca”. Tusquets Editores. Barcelona, España. 2005.
Que Triste ver como regimenes autoritarios violan derechos y todavia hay gente que defiende o se hacen la vista gorda por dinero o por petroleo, yo vivo en Venezuela y vamos por el mismo camino que el de Cuba,si no estamos igual, los extremos siempren chocan y la derecha extrema es la misma mierda que la izquierda.
ResponderBorrarAquí en Venezuela existe ciudadanos de primera y de segunda, donde el disidiente es rechazado y discriminado, respeto los utopicos de izquierda donde piensa vivir en un mundo mas humanizado pero la realidad es otra en los paises con estos sistemas.
viva Cuba libre
viva Venezuela libre