“Desde la primera vez amé la menstruación. Me hacía sentir que todos mis músculos y mi piel estaban allí para amurallar una fábrica de jugos que se distribuían con eficiencia para hinchar aquí, almohadillar allá y dotarme, en general, de un olor y una envoltura de autoridad y cierto poder. El dolor que me recorría hasta las rodillas me advertía que la industria de zumos trabajaba sin parar, madurando semillas en mi vientre y preparándome para avanzar como un carro ciego hasta estrellarme contra la muralla de tendones en cuyos ojos encontraría el amor. Liduvina me lo había dicho muchas veces: una hemorragia de flores era el rito que me dejaría convertida en mujer, “y una mujer necesita un hombre”.Este es mi blog. Me llamo Jorge, soy periodista, aprendiz de historiador y requetechavista. Por acá comento noticias sobre diversidad sexual, feminismo, lucha contra el VIH/SIDA, organizaciones LGBTI de la Patria Grande y otras mariqueras. También puedes seguirme por tuiter @BitacoraDSx
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viernes, 26 de octubre de 2012
Me encantó la novela corta El abrazo del tamarindo de Milagros Socorro
“Desde la primera vez amé la menstruación. Me hacía sentir que todos mis músculos y mi piel estaban allí para amurallar una fábrica de jugos que se distribuían con eficiencia para hinchar aquí, almohadillar allá y dotarme, en general, de un olor y una envoltura de autoridad y cierto poder. El dolor que me recorría hasta las rodillas me advertía que la industria de zumos trabajaba sin parar, madurando semillas en mi vientre y preparándome para avanzar como un carro ciego hasta estrellarme contra la muralla de tendones en cuyos ojos encontraría el amor. Liduvina me lo había dicho muchas veces: una hemorragia de flores era el rito que me dejaría convertida en mujer, “y una mujer necesita un hombre”.
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